La habitación de Pascal……..

Allí hay que volver a diario

Sobre “Crisis de Valores”

Posted by mentor66 en febrero 26, 2010


Sobre la libertad del individuo en la Modernidad

Ante la inexistencia del ajuste automático entre situación y respuesta del que resto de animales disponen, nosotros como “ser humano” tenemos la obligación de desarrollar nuestra personalidad (todas y cada una de nuestras capacidades potenciales) y decidir nuestro proyecto vital, cómo queremos ser y cómo queremos vivir. En resumen, tenemos que autodefinirnos y autodeterminarnos, pasando de una estructura moral indiferenciada  (posibilidad de ser) a una estructura moral diferenciada  (una forma de ser concreta)

La Modernidad, nos puso ahí en una situación de desconcierto. Mientras que la libertad, la autonomía del individuo es el logro más admirable de esa sociedad moderna, por otro lado nos ha desligado de los vínculos tradicionales que permitían al individuo situarse en el escenario social. En esa relación pre-moderna, la gente solía considerarse como parte de un orden mayor, un “orden cósmico”, una “gran cadena del ser”, en la que los seres humanos ocupaban el lugar que les correspondía de forma cuasi inmanente. La gente se confinaba en su puesto, papel y lugar determinados que eran estrictamente suyos y de los que era imposible apartarse. Al mismo tiempo que nos limitaban, esos órdenes daban sentido a nuestro mundo y a las actividades sociales que llevábamos a cabo. La libertad moderna sobrevino, precisamente, gracias al descrédito de dichos órdenes.

Pero hay que tener en cuenta que las normas y rituales de la sociedad pre-moderna tenían una significación no meramente instrumental, una especie de magia que daba sentido a la vida. Dentro de las infinitas limitaciones que tenía, incorporaba un “algo por lo que valía la pena morir”. El “desencantamiento del mundo” (Weber) que propicia esa razón instrumental, no nos lleva más que a la pérdida de “pasión por la vida” (Kierkegaard). O dicho de otro modo, no nos queda más que aspirar en la vida a un “lastimoso bienestar” que el bigotudo Nietzsche atribuía a los “últimos hombres”.

Sobre la primacía de la razón instrumental en la Modernidad

¿Cuál fue el tipo de razón que hemos utilizado para tomar nuestra importante decisión de autodeterminación individual? Empezamos a utilizar en todos nuestros aspectos vitales,  la razón instrumental, una clase de racionalidad en la que calculamos la aplicación más económica de los medios a un fin dado; en ella, la eficiencia máxima, la relación coste-rendimiento será su medida del éxito.

Esa razón instrumental no sabe responder a las preguntas fundamentales: ¿quién soy yo? ¿Por qué y para qué estoy en el mundo? Y, sin embargo, cualquier ser humano (al que se le supone un mínimo de sensibilidad simplemente por su existencia) le inquieta el saber por qué y para qué está aquí, verdad? De aquí, y como consecuencia de ello, el individuo se encuentra vacio y desorientado. Es espeluznante la falta de sentido que se percibe en el individuo moderno (Lipovetsky ha etiquetado a nuestra época como “la era del vacío”) (Nota A)

Esta implicación para el individuo que tiene la utilización unívoca de la razón instrumental tiene también consecuencias para sus relaciones con/hacia el exterior del propio individuo. Ahí estamos hablando especialmente de sus relaciones con “los otros”. Una vez que las criaturas que nos rodean pierden el significado que correspondía en su lugar en la cadena del ser, quedan a disposición para que se las trate como materias primas o instrumentos de nuestros proyectos (nos podemos permitir cosificarlas pues han perdido su origen “sagrado”).

Veamos dos reacciones del individuo como consecuencia de esta pérdida de sentido. Una más a nivel personal, micro, ético: el individualismo, y otra a nivel macro, político: la aceptación del despotismo blando (el socio-conformismo que dice Marcos Roitmann).

Reacción a nivel micro: El individualismo

Ante esa pérdida de sentido vital el individuo se cierra en si mismo y se centra en su yo, lo que aplana y estrecha a su vez nuestras vidas, las empobrece de sentido, y las hace perder interés por los demás o por la sociedad. Frente a ese enorme potencial de autonomía del individuo que nos otorga la Modernidad, por el cual tenemos derecho a elegir por nosotros mismos nuestra regla de vida, el decidir en conciencia qué convicciones se desean adoptar, el determinar la configuración de nuestras vidas con una completa variedad de formas sobre las que nuestros antepasados no tenían control, decidimos optar por un “individualismo oscuro” narcisista, egoísta y “entregado a la estética del yo”. Es en esa línea en la cual hablamos de la “generación del yo” o la de “la cultura del narcisismo” (Lasch).

El término narcisismo se define como “interés excesivo en uno mismo, en la propia importancia, en las propias habilidades……..egocentrismo”. Pero el narcisismo no consiste tan solo en sobrevalorar el yo y sus capacidades, sino también en infravalorar correlativamente a los demás y a sus aptitudes. Así pues, el narcisismo no se caracteriza sólo por una autoestima desproporcionada, sino también por una desvalorización simultanea de los demás. Siguiendo la psicología clínica, el estado interno característico del narcisismo es el de un yo vacío o fragmentado que trata de llenar ese vacío con un movimiento egocéntrico destinado a engrandecer el yo a expensas de disminuir el yo de los demás, de modo que su talante emocional queda perfectamente reflejado por la frase !A mí nadie me dice lo que tengo que hacer!

La mayor parte de los psicólogos están de acuerdo en que el narcisismo es un rasgo normal de la infancia, y que el proceso de desarrollo de la conciencia del individuo debe ser considerado como una disminución progresiva de ese egocentrismo… Desde ese egocentrismo propio del estado preconvencional, pasamos al etnocentrismo de la etapa convencional, hasta alcanzar el estado postconvencional de autonomía del individuo. En él, en lugar de tratar al mundo (y a los demás) como una mera extensión del propio yo, el adulto maduro de la conciencia postconvencional trata al mundo en sus propios términos, como un yo individualizado en una comunidad de otros yoes individualizados entre los cuales existe un respeto y reconocimiento mutuos.

Sin embargo, ese progreso en el desarrollo también tiene sus sombras, efectivamente nos aporta nuevas potencialidades, nuevas capacidades y nuevas fortalezas, pero abre también la puerta a mucha mayor incertidumbre. El desarrollo de la conciencia se atiene así a un proceso dialéctico, según la cual hay un precio que pagar por cada nuevo paso que se da hacia adelante. Y eso da miedito, “el miedo a la libertad” del que nos habla Erich Fromm, y que en muchas ocasiones nos hace volvernos a recoger en el terreno ya confortable -por conocido- del individualismo más chato cuasi preconvencional. (Nota B) ¿No será que socialmente (entendiendo sociedad como la suma de individuos) no hemos traspasado el nivel preconvencional?

Reacción a nivel macro: La aceptación del despotismo blando

Ya hemos tratado como el predominio de una razón que no nos responde a nuestro papel como individuo en el mundo, nos lleva a una pérdida del sentido vital. Nos damos cuenta de nuestra potencialidad y, sin embargo, tenemos miedo a enfrentarnos a sus consecuencias (se hace bastante difícil mantener un estilo de vida individual contra corriente). Esto nos lleva a “encerrarnos en nuestros corazones”, quedarnos en casa y gozar de las satisfacciones de la vida privada, mientras delegamos en otros el proporcionarnos los medios para su consecución.

Es a esta delegación aceptada a la que Tocqueville denomina “despotismo blando”. En este caso, lo que nos gobierne colectivamente (política) será suave y paternalista, no será una tiranía de terror y opresión como antaño. Pero en realidad, todo se regirá por un “inmenso poder tutelar”, sobre el que tendremos poco o ningún control. El ciudadano individual se queda solo frente al poder (Nota C) burocrático y se siente, con razón, impotente. Con ello se desmotiva al ciudadano aún más, y se cierra el círculo vicioso de ese despotismo blando.

Este es uno de los mecanismos de evasión ante el “miedo a nuestra libertad” que menciona Fromm. Estamos hablando del socio-conformismo de Marcos Roitmann que lo define como “[…] un tipo de comportamiento cuyo rasgo más característico es la adopción de conductas inhibitorias de la conciencia en el proceso de construcción de la realidad. Se presenta como un rechazo hacia cualquier tipo de actitud que conlleve enfrentamiento o contradicción con el poder legalmente constituido. Su articulación social está determinada por la creación de valores y símbolos que tienden a justificar dicha inhibición a favor de un mejor proceso de adaptación al sistema-entorno al que se pertenece.¨ (El pensamiento sistémico: los orígenes del social conformismo; Siglo XXI, 2003)

¿Cómo el metabolismo de la sociedad industrial actual ha incidido en este “malestar del individuo”?

Como un resultado de lo anterior, parece que denigramos de raíz la razón instrumental. Sin embargo, no es un método de razonamiento erróneo siempre que no nos vayamos dejando cosas por el camino. No podemos olvidar el potencial de la razón instrumental siempre que incluyamos estas dos condiciones:

i/Valorar los costes y beneficios que suponen nuestras acciones para todos los seres humanos tanto presentes como futuros. En esta línea, hay otro elemento que no debemos olvidar, solo tenemos un planeta finito, y creo que éste también debe ser nuestra máxima prioridad si deseamos la perpetuación como especie.

ii/No se cae en la tentación de la racionalidad maximizadora y prometeica sin percibir la imperfección intrínseca al ser humano.

Al olvidarse de esos componentes la razón instrumental al uso ha hecho aparecer un animal humano representado por el “homo economicus” de la teoría económica clásica: individualista, preocupado por la razón instrumental chata a corto plazo, y que intenta suplir sus carencias existenciales (“su soledad intrínseca”) mediante el consumo. No es ni más ni menos que el tipo de hombre necesario para que el sistema socio-económico en el que nos encontramos (podemos llamarle sin miedo a la etiqueta, capitalista) se convierta en un ansiado “nuevo orden” en la búsqueda del sentido. (Nota D)

Vamos ir viendo como el “imaginario capitalista” ha incidido en cada uno de los aspectos comentados; en fin,  como las instituciones y estructuras de esta sociedad industrial en la que nos encontramos ha forjado ese individuo que tiene mucho de impotente ante el mundo (aunque consuma su vida tratando de aparentar lo contrario):

A/ Razón instrumental:

Hablaré de cuatro ámbitos conectados dentro de esta consideración de la razón instrumental.

Uno primero, es cómo la primacía de este tipo de razón fuerza a los individuos y, por tanto a las sociedades que conforman éstos, a tomar decisiones que nunca se harían después de una reflexión moral seria. A nivel personal, podemos poner como ejemplo la decision de un alto ejecutivo que puede verse forzada por las condiciones del mercado a adoptar, a despecho de su propia orientación, una estrategia maximizadora que juzgue destructiva socialmente, o de un funcionario, que a despecho nuevamente de su intuición personal, puede verse forzado a tomar una decisión que sabe que va en contra de la humanidad y el buen sentido. (Nota 1) Marx y Weber y otros grandes teóricos han explorado estos mecanismos impersonales, a los que Weber designó con el término “jaula de hierro”. Por otro lado, a nivel colectivo, esta primacía de lo instrumental a corto plazo, nos enfrenta con dilemas morales como el utilizar el crecimiento del PIB para justificar la desigualdad de la distribución de la riqueza y la renta con respecto a otros países o incluso dentro de los nuestros propios estados (Nota I), o la manera en que esas exigencias nos hacen insensibles a las necesidades del medio ambiente, hasta el punto de un desastre en potencia.

Un segundo ámbito es la consideración de lo científico como el nuevo dogma. “La ciencia, inicial asidero de los que se enfrentaban a la religión, se convirtió en el sustituto laico de la misma”. El hecho de que las elaboraciones de la ciencia acostumbren a mantener sus premisas al resguardo de toda crítica constituye al decir de Popper “el principal bastión del irracionalismo de nuestra época”. Sin embargo, “sentimos que aun cuando todas las posbles cuestiones científicas reciban respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se habrán rozado en lo más mínimo “, dice Wittgenstein

Íntimamente relacionado con el anterior está un tercer aspecto que se hace visible en el prestigio y aura que rodea a la tecnología y nos hace creer que deberíamos buscar soluciones tecnológicas aun cuando lo que se requiere es algo muy diferente.

El cuarto y último ámbito es la consideración del tiempo, por el cual el culto a la velocidad forma parte de esta racionalidad. Lewis Mumford ha insistido en la importancia del reloj mecánico como uno de los avances tecnológicos más trascendentales que se produjo en la sociedad occidental. “El reloj, no la máquina de vapor, es la máquina clave de la moderna sociedad industrial”, afirma. La falta de tiempo se ha convertido en algo así como una enfermedad cultural. En frases de Carl Honoré en su “Elogio de la lentitud” podemos ejemplificar esta sensación : “Hoy todo el mundo sufre la enfermedad del tiempo: la creencia obsesiva de que el tiempo se aleja y debes pedalear cada vez más rápido” o esta otra “ “La velocidad es una manera de no enfrentarse a lo que le pasa a tu
cuerpo y a tu mente, de evitar las preguntas importantes…Viajamos constantemente por el carril rápido, cargados de emociones, de adrenalina, de estímulos, y eso hace que no tengamos nunca el tiempo y la tranquilidad que necesitamos para reflexionar y preguntarnos qué es lo realmente importante.”
(Nota J)

Resumiendo, hasta hace pocos años, en nuestro imaginario colectivo estaba la idea de que la automatización de los procesos productivos permitiría acariciar la idea de una sociedad donde la cantidad de trabajo que cada persona tendría que aportar para el adecuado funcionamiento de la sociedad sería cada vez menor. Keynes hablaba de que a sus nietos les bastaría trabajar cuatro horas diarias para poder obtener su salario. El tiempo excedente, podría ser utilizado para la involucración en tareas con un componente más social: voluntariados, asociacionismo civil en grupos de interés, actividades de cuidado personal, informarse de los múltiples temas que acucian a la compleja sociedad industrial…….Pero ahora, nos encontramos que el anunciado fin del trabajo se ha convertido en el trabajo sin fin, las jornadas ilimitadas, el trabajo precario y la inseguridad agobiante. (Y todavía dando gracias porque las empresas generosamente nos den trabajo y nos permitan salir del agujero negro del paro).

B/ Individualismo

La incapacidad de la razón instrumental para dar sentido al acontecer vital del individuo le hace huir aparentemente hacia si mismo. Sin embargo, antropológicamente, el hombre es un “animal social”, necesita de los otros para desarrollarse. Pero la relación de un individuo con otro ha perdido el carácter humano y directo que se tenía por positivo para ese desarrollo, asumiendo un espíritu de instrumentalidad y de manipulación. En todas (o muchas) de nuestras relaciones sociales y personales, la norma está dada por las leyes del mercado. El aprendizaje social imperante nos lleva a tener “un carácter agradable” pues tenemos que vender nuestros servicios al mercado, mercantilizando nuestro más apreciado bien, nuestra propia personalidad. Naturalmente, en muchos casos el individuo se da cuenta de que el suyo no es sino un gesto externo; pero en muchas ocasiones se pierde esta noción y con ella la capacidad de discriminar entre lo que es seudosentimiento y la amistad espontanea. La amistad, la confianza (Nota K) lleva tiempo, y ese es nuestro bien más escaso en la sociedad actual.

Ese aislamiento e impotencia del individuo unida a una competencia desenfrenada que rompe fidelidades, y que aumenta las tensiones sociales a todos los niveles, nos lleva a un clima que favorece la ansiedad y el estrés. Lo dicho, ¿qué le queda al individuo? ¿Qué le estamos dejando al individuo para mostrar su libertad? Elegir entre una marca u otra es toda su “libertad de elegir”, y aun más, es la que me va a permitir marcar la diferencia entre yo y “el otro”.

El consumo se convierte así en el compensador de todas las tensiones y esfuerzos a que nos somete este sistema de competencia individual, el cual abomina con efervescencia de todo lo que se pueda categorizar como cooperativo y social (impuestos, servicios públicos, redistribución de la renta, socialización de los beneficios de la tecnología…….). El individuo tiene toda la libertad del mundo, pero para elegir entre una marca u otra. Esta es toda su limitada soberanía.

Como comenta Eduardo Galeano, “contra nuestra creencia de libertad individual lo que realmente vivimos es una pseudo-dictadura de la uniformización obligatoria, puesto que la diversidad es enemiga de la rentabilidad (leitmotiv único del sistema económico vigente). De este modo, los seres humanos se convierten en fotocopias del consumidor ejemplar cocinado a fuego lento por las órdenes de consumo que emite nuestra pantalla del televisor. Los expertos del marketing son enormemente hábiles para convertir a las mercancías en mágicos conjuros contra la soledad intrínseca del ser humano (convenientemente enfatizada por la sociedad individualista de la cual estamos hablando). Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca te falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y no sólo eso: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social. Cuánto más exclusivas  sean, mejor: las cosas te eligen y te salvan del anonimato de la masa. Ya la publicidad no te informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?” (Eduardo Galeano, “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”)

Para concluir este apartado, Daniel Bell en su libro “ Las contradicciones culturales del capitalismo” incide en la bipolaridad que se genera en el individuo estándar de la sociedad industrial : Mientras la racionalidad instrumental es el principio rector a utilizar para resolver los problemas de organización y eficacia que el funcionamiento de la economía exige; por otra parte se produce la reivindicación del sentimiento, la gratificación personal y el hedonismo como respuesta a la ética de orden y trabajo que acompañó el ascenso de la fuerza dominante de este “nuevo orden” (la burguesía). ¿Nos extraña que no sepamos dónde nos encontramos? ¿Nos extraña con ello el eterno “mantra” de la crisis de valores? Pero, la realidad es que lo hacemos como mejor podemos. La pregunta es cómo es posible que no sepamos hacerlo mejor con todas las posibilidades que tenemos a nuestro alcance.

C/ Sobre el despotismo blando:

Lo situaré en dos vertientes: i/Hacia nosotros mismos: Frente al esfuerzo individual que supone intentar situarse en lo complejo de nuestra sociedad ii/Hacia el poder tutelar: Que nos lo den hecho, que para eso les ponemos nosotros ahí.

i/ Hacia nosotros mismos: Ante esta situación de cariz casi patológico, el individuo opta por desertar de lo complejo de entender, y utiliza como mejores alternativas el “autoengaño”, y el atajo fácil. !Keep it simple!, se nos vende, pero no hay nada simple en esta sociedad plural y fragmentada en la que vivimos.

Sobre el autoengaño, el psiquiatra Luis Rojas Marcos lo catalogó como la cualidad más humana de todas las cualidades humanas……”el autoengaño es una peculiar estrategia de supervivencia de nuestra especie […..] Gracias al autoengaño superamos una realidad devastadora con una ilusión reconfortante, neutralizamos una verdad implacable con una falacia benevolente, justificamos una conducta intolerable con una excusa persuasiva”. Y es de nuestra capacidad para el autoengaño es de donde surge ese “optimismo irracional” que tan bien es usado por algunos en su propio beneficio. Me refiero esas actuaciones llenas de buenas palabras y ni un hecho en consonancia, yendo de esta forma frontalmente contra una de las virtudes que sí considero más necesaria para la evolución del ser humano como especie (la veracidad y la coherencia que ella implica).

De ahí surgen “falsos sucedáneos”, reencantamientos del mundo pero que llevan la impronta de la cultura contemporánea: subjetivismo, privaticidad, relativismo, sincretismos que podemos encontrar, por ejemplo, en los libros de autoayuda, o en el mercadillo espiritual con abalorios de bisutería oriental (Paniker) de la “new age”. En palabras de Daniel Innerarity, lo que está de moda es una ética indolora, una caridad sin deber, un altruismo indoloro, una ética mínima e intermitente de la solidaridad, pero compatible en cualquier caso, con la primacía del yo. De nuevo, simplemente, hacemos lo que podemos.

Ante esto, yo personalmente me quedo entonces con la frase de Samuel Beckett que dice algo así como: “El realismo sobrio con su carga acorde de pesadumbre sirve a la causa de la emancipación humana mucho más lealmente que la utopía cargada de ilusión”. ¿Esto implica pesimismo? Pues no, no hay tiempo para eso, es más bien un pesimismo activo. “La lotta continua”. Aunque hay que reconocer que no se “vende” nada bien 😉

Ii/ Hacia lo político y lo social: Y claro, esta deserción por entender este mundo donde vivimos a título individual, tiene su correspondencia a nivel político.

Taylor habla de que al disminuir la participación, el ciudadano individual se queda solo frente al “inmenso poder tutelar” del Estado burocrático y se siente, con razón impotente. Pero yo me enfoco en otro lugar, pues al fin y al cabo, el Estado es un contrato social en el cual todos tenemos voz y voto con lo cual todavía tenemos posibilidad de manejarlo. Todavía tendríamos grados de libertad para mostrarnos como ciudadanos en el ámbito del Estado, si nos pusiéramos en ello. Otra cosa es el poder no democrático del capital cada vez más centralizado (fase monopolista del capitalismo) que utilizando ese mismo despotismo blando (Nota L), está llenando nuestras vidas de la chata “razón instrumental” que como hemos visto no nos aporta casi nada (obviamente, una vez superadas nuestras necesidades primarias). Sobre el poder del capital (reitero, no democrático) sobre las decisiones políticas tenemos suficientes muestras cuando se mencionan más de quince mil lobbystas en Bruselas, o los que haya en Washington. Es de reseñar que los partidos políticos al uso (la partitocracia en la que vivimos), los contemplo como fuerzas adyacentes a ese poder del capital enormemente implicadas con él. A fuerza de ser repetitivo vuelvo a utilizar la frase de Milton Friedman :  “Como alguien que cree en la búsqueda del interés propio en un sistema capitalista competitivo, no puedo culpar a un empresario que va a Washington a tratar de conseguir privilegios especiales para su compañía. De hecho, ha sido contratado por los accionistas para que haga tanto dinero como pueda dentro de las reglas del juego; y si éstas son que hay que ir a Washington para buscar privilegios, no seré yo el que les culpe por hacerlo”. Pues no hay mucho más que decir, self-explanatory, que dicen los anglosajones. Bueno sí, el empresario schumpeteriano que se arriesga en su negocio haciendo reformas en la esquina de mi barrio, tengo seguro que no puede financiar a un grupo de lobbystas. De ahí es de donde viene mi conclusión de quién es el enemigo común del ciudadano, el capitalismo monopolista (y especialmente, el financiero) y sus gestores maximizadores de beneficio a corto plazo para enjugarse cuantiosos beneficios (quiero matizar un aspecto, esta forma de actuar por parte de esas “élites” no es perversa pues es inconsciente por ignorancia o dejación de las consecuencias de esas decisiones (de momento, no creo que haya malos-malísimos que lo tengan todo perfectamente planificado aunque cada vez se van dando más posibilidades para ello) . Pero la cascada hacia abajo de esas ideas preconcebidas – sin mayor cuestionamiento por parte de las maquinarias del engranaje, que somos casi todos – es el motor de este sistema tal como lo conocemos. Otra cosa es que “los niños mimados del sistema” queramos tocar este “status quo” que, en una visión de “chata” racionalidad instrumental economicista, es favorecedor para nosotros).

En el aspecto social, y con sus ramificaciones en lo político, nos vemos gobernados por los demagogos. El cañero Ortega en su premonitoria “Rebelión de las masas “ya nos confirma que “es muy difícil salvar una civilización cuando le ha llegado la hora de caer bajo el poder de los demagogos. Los demagogos han sido los grandes estranguladores de civilizaciones. La griega y la romana sucumbieron a manos de esta fauna repugnante “y Joly en sus “Diálogos en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu”, pone en boca de aquél la apreciación de que el principal secreto para perpetuar el gobierno despótico bajo imagen democrática “consiste en debilitar el espíritu público [….] pues los pueblos, al igual que las personas, se contentan con palabras, casi invariablemente les basta con apariencias; no piden más. Es posible entonces crear instituciones ficticias que responden a un lenguaje y a ideas igualmente ficticias”. Pues tomemos nota, porque hoy en día en todos los ámbitos, la cháchara sin fin es el mejor ejemplo de cómo “vendernos la moto” (Chomsky). Y no solo en el campo de lo político. Cesar Alierta, presidente de Telefónica, nos expone otro ejemplo de demagogos muy utilizados en la gran empresa: “Mucho powerpoint y muchos consultores, pero una empresa llevada por ellos es un desastre total. Guardo en un cajón las recomendaciones que me hacen las consultoras y las saco a los seis años. Entonces me digo, mira, si hubiera hecho lo que me decían, estaríamos quebrados”. Para finalizar con esto, solo mencionar someramente el papel amplificador de los medios de comunicación en este reinado de la demagogia; la escasez de programas de verdadero análisis, de debate sosegado sin llevarlo todo al ámbito ideológico, en este caso bidimensional, es una de las grandes rémoras de la sociedad, si realmente la queremos democrática. O eso, o apagar la tele, que también es otra excelente opción.

Una reacción baldía contra la razón instrumental: El post-modernismo y el “relativismo ingenuo”

Concienzudos análisis que empujaban a revisar el papel de panaceas científicas que los  frutos de la diosa razón ofrecían, fue elaborada con mucha profusión por autores calificados a veces, a pesar suyo, de postmodernos (Baudrillard,Foucault, Guattari, Derrida, Deleuze, Lyotard……..). Sorprende como análisis tan radicales, que descubrieron la articulación que opera entre sujeto, lenguaje, discurso y jerarquías, detallando las estrategias sobre las que éstas se asientan, puedan haber sido absorbidos en una banalización relativista ingenua en nombre de esa escuela de pensamiento postmoderno (sin existir realmente como tal). Así, si bien la relativización de las elaboraciones científicas no llegó a popularizarse mucho, sí lo hicieron algunos derivados de las misma que ayudaron a extender el relativismo moral, el escepticismo y el cinismo hoy generalizados.

En el texto de Álvaro Martínez Echevarría “El valor de la crisis o la crisis de los valores” se expone esta banalización como sigue : “Si el bien y el mal son conceptos relativos, y ambivalentes según las circunstancias; si lo justo y lo injusto son materia opinable, susceptible de permanentes interpretaciones y cuestionamientos, y no digamos los premios o sanciones procedentes de un ámbito de trascendencia que hemos consensuado que no existe, lo único verdadero es vivir cómodamente, aquí y ahora, y para ello es de enorme utilidad el beneficio económico a corto plazo, y cuanto más abundante mejor”.

Se propagó así en ciencias sociales un cuerpo de conocimiento bastante lamentable que “nos instala en un pensamiento flácido, obsesivamente modesto, que hace de su eminente debilidad un estandarte y de la incertidumbre su última palabra”, en suma, de un pensamiento cuyo “extremado relativismo desemboca en un idiotismo generalizado” (Lévy)

Va a ser este relativismo moral generalizado el que ofrece un medio idóneo para afianzar y desplegar – al respaldo de la crítica – las relaciones de propiedad y poder que genera un statu quo cada vez más polarizado e insolidario. Y es más, podemos confirmar que los  empeños de relativizar los “dogmas de la modernidad” solo han encontrado buena acogida y apoyo divulgador hasta donde resultaba funcional al poder establecido, siendo a menudo silenciados, deformados, e incluso readaptados y utilizados para esterilizar -no para incentivar – las críticas al modelo de sociedad actual. Es en esta era de la globalización económica donde el mensaje banalmente llamado posmoderno ha servido para desautorizar cualquier juicio sobre la totalidad que evidenciara la irracionalidad e inviabilidad global de un sistema socioeconómico que se venía imponiendo en el mundo como algo único e inevitable. Como concluye el profesor Naredo, “resulta difícil ofrecer al poder establecido otro regalo mejor que el que les hizo esta visión de la sociedad al liberar de cualquier cortapisa el manejo del poder y la riqueza, dando así rienda suelta a su afán de acrecentarlos con éxito”.

Pero como recalca este profesor, no todo es igualmente incierto. Se puede precisar con un grado razonable de certidumbre, por ejemplo, el nivel de agotamiento de un acuífero o de un pozo de petróleo, la superficie de suelo fértil degradada ……….o el número de niños que mueren de hambre al día, o bien , ya en un aspecto moral, la anomalía objetiva de que unos se puedan comprar entre risas un computador portátil incrustado de diamantes (BBC Mundo : Los millonarios se van de feria) y otros no tengan para comer . Otra cosa es que no nos guste escucharlo.

Un momento singular en la historia de nuestra especie

Este texto se suponía que trataba sobre “La crisis de valores”. Mi punto de partida es que no nos podemos permitir seguir dándole vueltas a ese tema sin mirarnos el ombligo individualmente y cuestionar nuestro imaginario colectivo. Nos encontramos en un momento singular de nuestra historia donde necesitamos un individuo realmente autónomo. Lo que a priori puede resultar pretencioso, lo de denominar el momento actual como trascendente y vinculante para la evolución de nuestra especie, lo trataré de refrendar siguiendo un análisis hecho por Antoni Brey en un ensayo titulado “La sociedad de la ignorancia”

El hombre, el ser humano, puede ser definido como un primate con marcados instintos sociales dotado de un cerebro desarrollado bien adaptado que nos aporta una ventaja competitiva ante otros animales, a través de una inteligencia que se manifiesta en dos facultades fundamentales: i/ habilidad para manipular nuestro entorno ii/la capacidad para comunicarnos de forma simbólica. Para poder afirmar que estamos en un momento singular de nuestra historia tendríamos que decir que se ha producido un salto diferencial en cualquiera de estas dos facultades.

Es un hecho que en una escala de tiempo histórico, estamos en un momento donde se han producido esas mutaciones de forma drástica. La capacidad para manipular nuestro entorno está fuera de toda duda y afianzándose en los últimos tiempos como consecuencia del incremento del conocimiento tecnológico, y en cuanto, a la forma de comunicarnos considero que la red de redes ha conseguido que nos podamos comunicar todos con todos en forma de red lo cual es totalmente novedoso para nuestra especie.

De todas formas, el inmenso potencial como seres humanos que surge de estas mutaciones, necesita de que el proceso liberador y emancipatorio que ha supuesto la autonomía del individuo que ha generado la modernidad, se deshaga de limitaciones que todavía cercenan el poder autónomo del individuo. Estas han sido expuestas en numerosos textos (como he dicho), y el mismo Charles Taylor en su “Ética de la autenticidad” las cataloga en: i/Disposiciones económicas: La libertad del individuo se ve coartada por limitaciones materiales ii/ Los modelos de vida familiar donde impera el modelo patriarcal iii/ Las nociones tradicionales de jerarquía de dominación frente a la aceptación de las jerarquías de desarrollo.

De nosotros depende, y sólo de nosotros, el que sepamos utilizar ambas cosas para hacer de nuestra existencia como especie algo mejor o que terminemos por cargarnos este inmenso potencial del cual disponemos.

Propuestas tentativas

El hecho es que ya no estamos en tiempos de revolución social, sino más bien de evolución del individuo y, por ende, de la sociedad. Dejaré, para finalizar a modo de puntos sin elaboración algunos de los indicios tentativos de hacia donde debemos dirigirnos:

Individualmente:

1/ Razonador práctico independiente (Mcintyre) / Alteridad de Lévinas

2/ Ética de la autolimitación del ser humano, ética de la racionalidad acotada

3/ Retomar vínculos (Asociacionismo sin razón economicista detrás)

4/ El pensamiento complejo: «Debemos hacer todo lo posible para desarrollar nuestra racionalidad. Pero en ese mismo desarrollo la racionalidad debe reconocer los límites de la razón, y realizar el diálogo con lo no racionalizable» (Edgar Morín)

5/ Principio de responsabilidad (Hans Jonas) : “Actúa de manera que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida genuínamente humana”

Socialmente necesitaremos un sistema socio-económico donde el individuo tenga posibilidad de indagar en esos aspectos antes mencionados para la salvaguarda del principio democrático (no perfecto, pero no hemos sabido hacer otra cosa mejor). Para ello:

1/ Decrecimiento sostenible de las sociedades ricas. “Vivir mejor con menos”

2/ Primacía de lo real sobre lo financiero

3/ Criterio de prudencia tecnológica

Bueno esto da para mucho más, pero hay que acabar. Es un hecho que vivimos una época extraordinaria, una época en la que disponemos de la posibilidad de acceder de una modo directo (en tanto que entidades vivas) o indirecto (gracias al registro histórico) a todas las culturas pasadas y presentes. Esto nunca se había presentado así en la historia del planeta Tierra. A ver si sabemos aprovecharlo. Soy optimista. En el fondo, creo que nos pasa mucho esto……..

Notas

A.- Son innumerables los textos y películas donde se muestra el espíritu cínico, cuasi-nihilista del individuo actual de las sociedades occidentales. Pongamos dos ejemplos:

Houellebecq en su libro “Ampliación del campo de batalla” pone en boca de su protagonista una expresión de esta falta de sentido vital: “tienes la impresión de que puedes rodar por el suelo, cortarte las venas con una hoja de afeitar o masturbarte en el metro sin que nadie te preste atención, sin que nadie mueva una ceja. Como si una película transparente, inviolable y perfecta te protegiera del mundo [….] Tengo la impresión de ser un muslo de pollo envuelto en celofán en el estante de un supermercado”. Algún crítico ha reseñado a su protagonista como la expresión narrativa del hombre unidimensional de Marcuse.

En boca de Brad Pitt en la película “El club de la lucha” se escucha: “La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seriamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos y poco a poco nos hemos dado cuenta y estamos, muy, muy cabreados”

B.- El niño pequeño es sumamente egocéntrico, lo cual no significa que sólo piense egoístamente en sí mismo sino, muy al contrario, que no puede pensar en si mismo. El niño es incapaz de diferenciarse del resto del mundo y, en ese sentido, todavía no se ha separado de los demás ni de los objetos. De este modo, siente que los otros comparten su dolor o su placer, que inevitablemente deben comprender las palabras que apenas masculla, que su perspectiva es compartida por todas las personas y que hasta los animales y las plantas participan de su conciencia (Howard Gardner)

C.- Charles Taylor habla de “Estado burocrático” y yo utilizo “poder burocrático” porque como más tarde expondré yo no sitúo al Estado como el emblema del poder en la sociedad actual. Ni mucho menos.

D.- El individuo ideal que necesita el sistema socio-económico capitalista no ha sido siempre el mismo a lo largo de su corta pero fructífera historia de luces y sombras inmensas. En algún sitio leí (no recuerdo dónde) una categorización de cómo había evolucionado el sistema socio-económico donde nos encontramos situados en estos momentos. De una forma esquemática era como sigue:

1/ Una primera fase, que podemos llamar capitalismo productivo: Podríamos llamarla fase  “schumpeteriana”, de destrucción creativa. En ella, el empresario o emprendedor investiga, analiza el posible mercado, y busca innovaciones que permitan acercarse a las demandas de los clientes.  El proceso es D-M-D’ (Dinero-Mercancía-Dinero) donde D’ debe ser mayor que D, para sufragar los costes del proceso productivo y conceder un legítimo beneficio al emprendedor.

2/ Una segunda fase, que podríamos llamar de capitalismo marketinero: En esta fase el empresario, dado que las necesidades de los individuos están cubiertas, trata de generar necesidades adicionales estimulando el deseo del potencial cliente para el consumo superfluo. El proceso es D-M-D’ con las mismas connotaciones que el anterior, pero aquí nos tenemos que empezar a cuestionar la legitimidad social del beneficio del emprendedor. No quiero que se malinterprete, el beneficio sigue siendo legítimo para el empresario, pero deberíamos empezar a cuestionarnos si existe un beneficio social de esta actividad (de esa “creación extrínseca de escasez”)

3/ Una tercera fase, que podemos llamar capitalismo financiero: Aquí nos olvidamos de la mercancía, del sostén físico que implica el mercado, y llegamos a esquematizar el proceso en D-D’. Esto es una versión muy simplista de cómo funciona esto (Nota E), pero a objeto de este texto la contemplaré como tal. El capital asume sus limitaciones de generar mayores necesidades, y busca abrir nuevas líneas de donde seguir obteniendo sus rentas para que todo siga funcionando.

Esta última fase en la cual vivimos (Nota F) se gesta desde el año 1971 cuando Nixon elimina la convertibilidad del dólar con el oro, eliminando ya todo anclaje de lo financiero con lo real (Nota G), y se complementa con una etapa de políticas basadas en reducir los salarios y la presencia del Estado, el gasto social y los impuestos progresivos para favorecer las rentas del capital. Lo que debería de haber producido según la teoría económica liberal un efecto “derrame”, ha alimentado la especulación inmobiliaria y financiera que ha convertido a la economía mundial en un auténtico e irracional casino.

4/ Y hacia el futuro: ¿Por dónde seguiremos ahora dando a la maquinita del ciclo del capital? ¿Volveremos a las andadas del casino financiero? (Nota H) ¿Qué tal un “capitalismo verde” con la enseña mediática del “desarrollo sostenible”? ¿Qué tal lo de la idealizada “sociedad del conocimiento” con el capital mercantilizando las más altas consecuciones de lo humano? Ya lo iremos viendo.

E.- El profesor José Manuel Naredo (entre otros) nos habla de un proceso de “financiarización de la economía”. Lo financiero se ha convertido en el baluarte principal de la creación de valor. No estoy cuestionando en principio, los mercados financieros como tal. Estos son mecanismos estupendos para trasladar el ahorro a la inversión, lo que si cuestiono es toda la “ingeniería financiera” que se ha generado por detrás: la generación de activos virtuales que monetizan el riesgo (todo el tema de derivados) que nos han llevado a esa “economía de casino” que ya hemos visto como ha acabado. Después de la privatización de beneficios, ahora toca socializar las pérdidas. Solo puedo decir que es una auténtica estafa, lo acontecido.

F.- Y lo peor es que no hemos aprendido nada, y volvemos de donde hemos partido: ¿Todavía no se ha aprendido la lección? Los bancos de EEUU repartirán 140.000 millones en bonus este año . Soy de la opinión que muchas veces las cifras nos pierden, y no sabemos lo que significan hasta que no las ponemos en términos comparativos; esos 140,000 millones es la capitalización bursátil de dos bancos Santander a fecha de la semana pasada.

G.- Ver el excelente documental «El dinero es deuda» donde se explica el proceso de creación del dinero. En esta línea es de destacar lo que el profesor José Manuel Naredo dice citando a Ramón Margalef “el poco éxito de los intentos de conectar de modo fructífero las ciencias de la economía y la ecología proceden en gran parte de la dificultad, más inconsciente que consciente, de alcanzar un consenso común acerca de la definición, no sólo económica, sino también biológica, de esa convención social que es el dinero”. Para añadir Naredo: “y no sólo del dinero, sino de los activos financieros líquidos, en general, así como la capacidad de las entidades públicas y privadas de crearlos y beneficiarse de ellos”. En este aspecto y aunque es un tema que tengo pendiente de analizar estoy de acuerdo con parte de la teoría monetaria de los economistas austriacos…..1/ Patrón oro – el profesor Naredo dice que en estos tiempos de “nuevas tecnologías” no debería ser difícil concebir otros patrones más desmaterializados y ecológicamente menos dañinos que el patrón oro” 2/ Coeficiente de reservas bancarias cercanos al 100% 3/ Sobre la desaparición de los bancos centrales o la “desnacionalización del dinero” hayekiana tengo muchas más dudas.

H.- La semana pasada mismamente los mercados financieros acudieron contra la deuda pública española vendiendo a corto CDS (“Credit default swaps”) para decirle al gobierno español que empiece los ajustes (recorte del gasto público), donde sin lugar a dudas hay mucha ineficiencia, pero……..¿qué tal si hablamos de la ineficiencia de las agencias de rating o de las instituciones señeras del capitalismo financiero incapaces de pronosticar la crisis financiera ocurrida y salvarse de ellas sin la ayuda del Estado? Pues eso, que después de apagado el chaparrón inicial (aunque me temo que esto tiene mucho que cortar todavía) estas instituciones vuelven a generar la “dictadura de ls religión mercado” (Nota  L) imponiendo a los gobiernos como tienen que actuar so pena de caer en el default. Bueno, es cierto, que los españolitos nos lo tenemos merecido al vivir tantos años por encima de nuestras posibilidades productivas, pero no puede ser que encima de eso suponga beneficio para ese tipo de sociedades que sin arriesgar apenas nada (es lo que tienen los productos derivados) , definen cómo debe ser la política económica de todo un país por encima de las decisiones “pseudodemocráticas” que pueda tomar. No tiene sentido. Tres Hedge funds que gestionan 500000 millones de dolares responsables de los ataques contra la deuda española (Como bien dice el artículo cuando hacían subir la Bolsa a niveles máximos, nuestros irresponsables políticos, no se quejaban, todo lo contrario se “colocaban las medallas”……..pero ahora sí lloran amargamente)

I.- Sobre esto escribí para la asignatura del rector Berzosa . Se puede ver en mi blog: Desigualdad entre países. El metabolismo de la sociedad industrial actual

J.- Esto nos lleva a abrir otro ámbito relacionado. La democracia, una verdadera democracia, lleva tiempo, mucho tiempo. El tiempo necesario para el contraste de pareceres, el uso público de la razón, el debate libre, la formación de consensos, la revisión de las decisiones, la exigencia de responsabilidades : la calidad de estos procesos es incompatible con las prisas. Y esta es una de las razones del antagonismo profundo entre capitalismo (con su impulso hacia la constante aceleración que proviene del crecimiento exponencial que implica el interés compuesto que es el, al fin y al cabo, el motor de todo este sistema) y democracia.

K.- Una de las virtudes que podemos considerar para la formación moral es la que nos cita Spaemann, la confianza. Es un hecho que la confianza tiene una fuerza transformadora, y va a tener un efecto en el que se confía (el efecto Pigmalion que estudió Rosenthal), y es positiva también para el que confía. Sin embargo, el virus de la desconfianza planea sobre toda la sociedad actual y, mucho me temo, que no tenemos un antídoto eficaz contra él. Es evidente que esto es así, si el imaginario social está asociado a un término como el de competencia frente al de cooperación.

L.- Conceptos blandos como el de “Responsabilidad social corporativa” que se imparten en reconocidas Escuelas de Negocios para al final seguir haciendo más de lo mismo, o el “capitalismo verde” de empresas como Endesa o Repsol actores de innumerables desastres ecológicos, son excelentes ejemplos de ello.

M.- El maestro Dokushô Villalba en su libro “Zen en la plaza del mercado” hablando de “El Dios mercado” o “Los diez mandamientos del Dios Mercado

Nota adicional

Correspondencia con Jaime Rodríguez Alba al respecto del texto

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